jueves, 2 de junio de 2011





Un poco borrosa esta foto, pero bueno... vistas de Lima nocturna desde el Parque de los Enamorados, que le llaman, al borde del océano.


Mi camita en la cabaña que ocupábamos en el lodge Lago Sandoval. Con la malla para los mosquitos y otros bichos nocturnos. Claro que a los de la cabaña de al lado les entró una tarántula de patas rosadas (nos indicaron que las tarántulas son territoriales, pero en esta ocasión se habían desviado un poco de su territorio...) Pero como estamos hechas unas aventureras...


Barcas en el río Tambopata, adentrándonos en la Amazonia peruana. Día lluvioso y de aguas revueltas.


Tráfico en la ciudad de entrada a la Amazonia Peruana: Puerto Maldonado. Recuerdo que cuando en una "cafetería" le recordé a una "camarera" que no me había servido el café, me señaló, asintiendo, un bote de soja con caracteres chinos con un líquido oscuro en su interior. Al parecer, ahí estaba mi café (qué pavita... y yo esperándolo....)Mmmmmmmmmmm.

Creo que esta ciudad ostenta el récord (y tenía serios contrincantes chinos) del peor alojamiento en el que he estado en mi vida. Cada vez que me acuerdo...
Vistas del Lago Sandoval desde nuestro Lodge.

Chinchero en solitario.



Aquí estuvimos un par de horas en silencio, las dos. Nos medio tumbamos en el borde de un acantilado cercano y escuchábamos los cencerros del ganado (cierto!) que había pastando por la zona. No se oía nada más. Una pasada la tranquilidad, las montañas de la sierra de Huaraz, al fondo... Una pasada, repito.

viernes, 28 de agosto de 2009

Cuzco y los putos

Hay que dedicarle unas líneas a la noche cusqueña. Noches frías de la sierra peruana.

Aunque gran parte de las noches de este trayecto las hemos pasado en los más o menos confortables hoteles, sí hemos dejado margen para la nocturnidad....

Probamos la noche cusqueña. Acompañada de cerveza brasileira en este caso y después de escuchar un buen repertorio de música andina y latina LIVE en el popular UKUKUS BAR, comenzó la hora de bailotear y mover las caderas...

En un momento de la noche y cuando habíamos dejado el frío a un lado para adentrarnos en el pegajoso mundo de la bachata, Victoria creyó que habíamos ligado con unos cusqueños de marcados rasgos nativos. Yo le contesté: No, Victoria: son putos. ¿Cómo que putos? Putos.

Bailaban moviendo sus largos cabellos negros al estilo Último Mohicano, aproximándose a nosotras a ritmo de cumbia... pero por desgracia para ellos, habían sido identificados por mi desconfianza omnipresente. Victoria estaba fuera de peligro. De nada, Victoria.

Un rato después bailaban arrimaditos a unas francesas de mejillas rosadas que les sacaban 20 años a cada uno. Por su parte, Victoria y yo, retornamos al hostal somnolientas y cabizbajas.... que no!!! que cabizbajas no!!!! Los putos fueron nuestro tema de conversación en los siguientes días y una excusa para reirnos en nuestros ratos de soledad selvática.

Y así acabó nuestra primera incursión en la noche cusqueña y una historia nunca comenzada. (Esta aclaratoria última quería Victoria que la añadiese).