viernes, 14 de agosto de 2009

CAÓTICA LIMA Y SALIDA HACIA EL SUR: PISCO.

In and out. Y en menos de 24h: Lima alberga más de 9 millones de personas, y se nota. Ciudad gris, caótica y contaminada, desprende sin embargo ese aire a decadencia que a mi tanto me gusta de los países menos desarrollados.

Insegura también nos ha parecido. Pero no más que Pisco, base de operaciones para nuestra incursión en Islas Ballestas y la Reserva Nacional de Paracas. Siempre pienso, de hecho, que la Lonely Planet exagera por sistema en el epígrafe dedicado a Peligros y Advertencias en cada una de sus guías (mercado anglosajón!).... pero esta vez creo que se ha quedado corta, especialmente en el capítulo dedicado a Pisco.

Pero volvamos a Lima: Se hace difícil caminar por sus calles y no dejarse atropellar por los cientos de autobuses coloreados que recorren las kilométricas avenidas. Pero se supera cuando visitas la Plaza de Armas, cuando recorres el Parque de la Muralla o visitas el Monasterio de San Francisco, o cuando llegas al Barrio de Miraflores y te tomas una buena CHICA MORADA en una agradable terraza, una bebida dulce hecha de maíz morado (nos han confirmado que el agua estaba hervida. Eso esperamos y pronto lo veremos....)

Y vamos con Pisco: Hacia las tres de la tarde tomamos la Panamericana hacia el Sur y llegamos a esta ciudad cuatro horas después. Escogimos una compañía no especialmente recomendada en las guías de turismo pero práctica por sus frecuentes salidas (ya sabéis mi máxima: practicidad ante todo). Después de adelantamientos dobles en pleno cambio de rasante ( y a camiones!), lluvia, tráfico, no no: mucho tráfico, parones, acelerones y sustos varios, (éso sí, con vistas al Pacífico), hemos llegado a un cruce enmedio de la nada donde un montón de colectivos y taxis pirata esperaban a los mareados viajantes, borrachos ya de películas yankis premonitorias sobre la destrucción del mundo.

Nos hemos atrevido con un colectivo. Para los no inciados en los mercados turísticos mochileros asiático y/o latinoamericano, los colectivos son camionetas-furgonetas (lo que importa es el concepto, no el formato) que paran en función de la gente que se crucen por el camino y que te llevan dependiendo de la ruta que ellos (los que cortan el bacalao en la furgo: el que conduce y el que se encarga de cobrar y gritar para que la gente suba) vayan decidiendo. Éso, salpicado con un poco de picardía (lógico por el medio en el que nos movemos), cara dura (a veces), timo (otras veces), pérdida de la orientación para el extranjero (éso siempre) y en esta ocasión, por un poco de acojone, ya que nos hemos quedado solas con una tropa de tíos un poco extraña y en un camino digamos.... totalmente oscuro (menos mal que no estábamos en Ciudad Juárez...) La cara de Victoria era un poema.... Me decía con su mirada: ¿saltamos? Eso entre curvas y adelantamientos varios y con música bakala en el interior. Sí, he dicho Bakala!

Pero no, al final no hemos saltado y nos hemos apeado junto a la Plaza de Armas de la susodicha Pisco. Una plaza de Armas que dicen, porque yo hasta ahora lo único que he visto aquí es un arrabal, calles sin asfaltar y mucho tío. Parece un campo de batalla y todo está oscuro así que, después de llegar al Youth Hostel (un poco acongojadas ambas dos), hemos decidido que NO salíamos a cenar por esta maravillosa ciudad. Y aquí estoy delante del computer!

Pero ya lo tenemos todo listo: mañana a las 7 salimos para las Islas y la Reserva. Y a éso de las 4 de la tarde retomaremos la Panamericana para llegar a Arequipa, "la ciudad blanca" y ciudad natal de Vargas Llosa. Allá vamos.